Enajenación y emancipación humana en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 de Karl Marx. Pertinencia del análisis en el contexto actual
Noel Sampedro Muñoz
(Profesor del Dpto. de Marxismo de
la Universidad de Cienfuegos)
Milay Rasua Arias
(Socióloga)
Instituto de Estudios Críticos.
Grupo de Cuba.
Introducción
Los análisis en torno a la enajenación del hombre comienzan a tomar
cuerpo en la filosofía con el desarrollo del modo de producción capitalista y
su complejo sistema de contradicciones. Sin embargo, no es hasta el surgimiento
de la Ilustración francesa (Jean - Jacques
Rousseau) y alemana (Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller),
durante el siglo XVIII y principios del XIX, que podemos encontrar las primeras
reflexiones al respecto, como expresión de una protesta ingenua contra las
relaciones de propiedad privada que, en opinión de estos pensadores, constituía
una práctica antihumana y antinatural.
El surgimiento de la
Filosofía Clásica Alemana propone meditaciones que rompen con esta perspectiva
ingenua de análisis. El enfoque que
propone Georg Wilhelm Friedrich
Hegel supera la visión presente en la filosofía anterior
al ubicar al hombre en una realidad histórica concreta, lo que le permite
adelantar algunas peculiaridades que caracterizan el trabajo en la sociedad
capitalista. Sin embargo, el sistema idealista objetivo que desarrolla pone cabeza abajo su dialéctica y le impide entender la enajenación como un proceso histórico
objetivo. Al entenderla como un estado de la idea absoluta lacera toda
posibilidad en este sentido, por lo que se aventura a asegurar, erróneamente
también, que la evolución (desdoblamiento diría él) de la propia idea es la
única forma de emancipación posible.
No superan esta
limitación las concepciones defendidas por Ludwig Feuerbach, representante del
materialismo dentro de la Filosofía Clásica Alemana, pues, aunque se opone al
criterio hegeliano de la idea absoluta, atribuye a la enajenación un carácter meramente religioso y filosófico, con lo
que la limita a un simple estado del espíritu humano. Sus ideas sin embargo aportan
una visión histórica del fenómeno religioso, lo que significará un muy
importante aporte para el desarrollo de la filosofía marxista.
Tampoco la filosofía
burguesa contemporánea ha adelantado mucho en estos análisis. Para sus
representantes, a tono con los intereses clasistas que defienden, la enajenación es un fenómeno fatalmente
inevitable, engendrado o bien por el proceso técnico científico o por las
acciones extra históricas de la actividad humana. La base teórica de estas
concepciones consiste en identificar la enajenación con la objetivación, con el
único fin de justificar la propiedad privada y las relaciones de producción
capitalistas. Afirmaciones como “la necesidad
de trabajar afecta a todos los seres humanos como una condición del mundo, un
fruto de la escasez, y no una condición del capitalismo […]”, o “[…] es necesaria la acumulación de capital
para afrontar procesos productivos más largos, […] y la división del trabajo
[…]” , o “(…) el trabajo no es
necesariamente un lugar de recreo, antes al contrario; en principio sirve para
ganar dinero que le será útil al individuo para satisfacer otras necesidades,
propias o ajenas, […] el trabajo es un medio para conseguir otros bienes (Faet,
B. G., s.f.: p. 4)”, dan fe de lo antes expuesto.
Por su parte, Karl Marx,
quien concedió gran importancia al análisis de la enajenación, partía de la comprensión de que esta es expresión de
las contradicciones de una determinada etapa de desarrollo de la sociedad. En
sus primeros estudios, a diferencia de sus antecesores y adelantándose a sus
predecesores, la aborda desde un análisis científico e histórico de la
sociedad, al comprender que las causas y esencias de la enajenación del individuo están en la propiedad privada (causa y
resultado) y en la división social del trabajo, y no en el desenvolvimiento del
espíritu absoluto o en las concepciones religiosas y filosóficas que prediquen
los hombres.